El pasado mes de enero se cumplieron 20 años de la desaparición de Nahuel Moreno, que llegó a ser el impulsor de la corriente trotskista más importante en Latinoamérica y una de las principales en el orden internacional en la segunda mitad del siglo XX. Moreno (junto con Ernest Mandel, Tony Cliff y Joe Hansen) fue uno de los más importantes dirigentes del trotskismo en la posguerra. Después del asesinato de Trotsky, en condiciones dificilísimas, fue parte central de un esfuerzo político y constructivo gracias al cual el marxismo revolucionario, aunque no llegó a tener influencia de masas, hoy es una corriente viva y presente en la vanguardia, especialmente en Latinoamérica, Europa occidental y algunos países de Asia.
En razón de este aniversario, han aparecido diversos artículos entre la prensa de la izquierda y también se han realizado distintas conmemoraciones. Y aunque hemos dedicado un extenso trabajo al balance del morenismo y de las corrientes del trotskismo en general[1], volvemos sobre el tema a modo de homenaje y para aportar al debate acerca de cómoabordar el legado de Moreno.